Hay días en
las que despiertas por las mañanas y te miras en el espejo, te ves la cara, el
cuello, el hombro, el cabello desordenado, y el resto de tu cuerpo, pero no de
una forma despreciable, sino de todo lo contrario en donde dices “me veo bonita”
y sigues mirándote y te dices “hoy me quiero consentir” y terminas viendo
varios vídeos sobre el cuidado de la piel y del cabello, después de analizar los
que más te han convencido eliges uno, apagas el celular o lo pones en silencio
total, reproduces la música que más te gusta y la que te alegra o que te relaja,
incluso piensas en que debiste comprar una veladora con aroma e inicias a hacer
tu producto casero y te los aplicas, sentada
en un sillón pensando en un montón de cosas y a la vez en nada, consideras en
que debes en volver a la rutina del ejercicio, en reorganizar tu agenda para
darte tiempo para ti mismo(a), por lo menos una vez a la semana, el día que
menos eres solicitado, también inicias a decirte en que al natural te ves bien,
tal vez es hora de considerar en dejar de maquillarte ciertos días para cuidar
tu piel y crear hábitos más saludables como el beber más agua natural, iniciar
a buscar tu agenda y reorganizas todo para poderte dar ese gusto de consentir a
tu cuerpo.
Solo es un
ejemplo de las miles de formas en que uno se puede consentir, algunos es
leyendo libros otros saliendo a caminar y admirar el paisaje, etc., pero es
realmente es relajante darse ese tiempo para uno mismo y pensar aunque sea por
un rato (y aunque suene egoísta) en sí mismo, en su vida y ver lo que ha hecho mal y en que ha hecho
bien para crear soluciones.